Por Violeta Ovalle.
Vivimos en un mundo catastrófico. Todos los días vemos nuevas tragedias, desastres naturales, accidentes, asaltos, homicidios y violaciones a los derechos humanos. Actualmente, ser optimista es como nadar contra la corriente, lo cual no es tarea fácil, pero será aún más difícil mejorar nuestro alrededor si es que estamos en contra del optimismo.
Se asume que el optimismo viene más de la ingenuidad o inexperiencia, sobre todo si viene de un joven. Pero, esto no es necesariamente cierto. Un individuo puede tener una visión optimista sin ser ingenuo. Creer que las cosas aún no están perdidas, y ayudar al resto sin esperar algo a cambio, es optimismo.
El optimismo es fundamental para ser un agente del cambio, ya que sin él, sería como intentar correr una maratón con los tobillos amarrados; no tendría sentido intentarlo si desde el principio no crees que lo podrás lograr. Aunque, claramente hay que tener un objetivo relativamente realista y alcanzable, ya que si aspiramos a mucho probablemente al final nos decepcionaremos aún más. Tener los pies en la tierra y ser optimista pueden coexistir en una misma persona y situación, una cosa no excluye a la otra. Por lo tanto, a pesar de que tenemos mil razones para no tener fe en el progreso social y es más fácil tener una visión pesimista, no es la opción más óptima, es un callejón sin salida.
Existen situaciones donde es extremadamente difícil tener una perspectiva positiva de tu entorno. A veces, como sociedad o como personas vivimos una tragedia tan grande que sentimos que no veremos la luz de nuevo, y es entendible que no nos sintamos esperanzados. El punto es, que este sentimiento no sea algo permanente. De esta desesperanza puede surgir la rabia, pero a partir de esto puede surgir la motivación para hacer un cambio. Si podemos trabajar en conjunto y realmente creer que podemos cumplir nuestros objetivos, o al menos mejorar las problemáticas presentes, eso ya es una perspectiva optimista.
Ser optimista no es ser ingenuo. Ser optimista es tan simple como estar dispuesto a mejorar tu vida y la del resto, independientemente del ámbito. Te invito no tener miedo de tomar el camino difícil (haciendo un cambio) y, en vez de eso, comenzar a actuar en nombre del optimismo.