Adeline Virginia Stephen, mejor conocida como Virginia Woolf fue una tremenda escritora feminista del siglo XX que sin duda debes conocer. Una mujer que se atrevió a escribir sobre las injusticias sexuales, intelectuales y políticas que existían hacia las mujeres en una época donde esto era impensable.
Por Fernanda Aros y Javiera Mateluna.
Hace 139 años, un 25 de enero de 1882 nace Virginia Woolf, una importantísima escritora británica, autora de 8 novelas y casi 30 libros de otros géneros.
Aunque le tocó vivir en un mundo hostil, liderado por la guerra y el heroísmo de los hombres, logró posicionarse como una de las mujeres más relevantes de la literatura modernista haciendo la figura de la mujer, protagonista de su mundo de no-ficción.
Virginia y su inigualable legado
Woolf es recordada hasta nuestro tiempo por sus importantes legados literarios. Más que simples historias, estas pusieron a la mujer en el foco de atención cuando el hombre era el héroe de todos los días.
Feminismo, injusticias políticas, sexuales e intelectuales que vivían las mujeres a diario fueron plasmadas en las hojas que con tanto anhelo escribió. Virginia fue una de las primeras escritoras en darle espacio a las emociones, tratarlas con normalidad en tiempos de frialdad y hostilidad.
Habló sobre interpretaciones sociales, muchas veces calladas en esa época, como la salud mental, los sueños, la sexualidad y todo mediante personajes que exteriorizan sus pensamientos en monólogos internos, generando a quien los leyera una propia reflexión.
Sus novelas son cautivantes, experimentales. Poseen una narrativa que te transporta a lugares inusuales, que mezclan acontecimientos con pensamientos de los protagonistas de sus novelas transportando al lector a un mundo lírico y virtuoso, donde si la imaginación abunda, será como leer una película con la mejor escenografía y sonido de la época.
Destacó por su ensayo feminista “Un cuarto propio”, donde defiende que toda mujer que desee dedicarse a la literatura “debe tener dinero y una habitación propia”.
La lucha fuera del papel
Pero no todo fue como ella imaginaba. Virginia Woolf creció en una casa en Londres donde, si bien tuvo grandes influencias desde pequeña de artistas, políticos e intelectuales gracias a las profesiones de sus padres, la vida era difícil y mientras la muerte acechaba silenciosamente, Virginia aún era una niña.
Su padre era sir Leslie Stephen, un importante crítico literario e historiador, y su madre, Julia Duckworth, provenía de una familia de reconocidos editores. Una gran intelectual que fue forzada a dejar su hija a la corta edad de 13 años.
Su madre falleció abruptamente producto de una fiebre reumática y, dos años después, falleció su hermana Stella. En 1905, su padre a raíz de un cáncer murió, llevándose con él la poca esperanza que albergaba Virginia y pasando a sufrir estados anímicos depresivos crónicos que la acompañaron toda su vida.
La luz de esperanza: “El grupo Bloomsbury”
Tras la muerte de sus padres y hermana, Virginia y sus hermanos Vanessa y Adrián se mudaron al barrio londinense Bloomsbury. En esa nueva casa se conformó el llamado “grupo de Bloomsbury”, que reunía a intelectuales jóvenes de la sociedad inglesa que buscaban alcanzar conocimiento y cuestionar los valores de la clase burguesa y conservadora de la que provenían. Virginia asistía a los encuentros, y fue ahí donde conoció al economista Leonard Woolf, quien se convertiría en su esposo en 1912.
Su legado para las mujeres
Una mujer que fue inspiración para el movimiento feminista liberal sufragista, donde el discurso giraba alrededor del hombre como salvador del mundo en plena Segunda Guerra Mundial y que hoy en día dejó un gran legado intelectual para la lucha que hoy libramos, la feminista.
Uno de sus principales discursos, fue el que realizó para la sociedad de mujeres en busca de empleo “The Woman’s Service League”, en 1942. Un potente mensaje sobre la lucha contra el estereotipo de “la mujer perfecta”. Esa mujer que siempre muestra una sonrisa, cocina, borda, canta y que si contaba con todas estas características y nada más, se convertía en la mujer ideal.
Virginia luchó contra este estereotipo, escribiendo que la mujer es mucho más que solo el ángel de la casa. La mujer es alguien independiente, inteligente, es importante para la sociedad y sus pensamientos y opiniones pueden aportar. Éste era su feminismo.
Las últimas palabras se las lleva el agua
En 1941, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba en su auge, Virginia Woolf vivía uno de los episodios depresivos más intensos. Este acompañado de su trastorno bipolar que la acompaña desde una joven edad.
En marzo de ese año, incapaz de soportar su dolor, se suicidó tras acabar su última novela un 28 de marzo de 1941. Una mañana de primavera, se colocó su abrigo, más pesado de lo usual debido a las piedras que llenaban sus bolsillos. Sabiendo lo que ocurriría, dejó que su cuerpo cesara su dolor sumergiéndose en el río Ouse.
A 139 años de su nacimiento, la recordamos como una de las escritoras precursoras del feminismo. “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente” (Virginia Woolf).
Hoy, su legado continúa vigente. Libros y ensayos de Virginia son estudiados en universidades, colegios e institutos. Sin embargo, llegar a ser reconocida no fue un camino fácil. No solo tuvo que luchar contra una sociedad machista, sino que también contra una serie de pérdidas familiares y cuadros depresivos que marcaron sus escritos.