- La violencia contra las mujeres y las niñas no conocen fronteras geográficas o culturales. Se trata de un problema enraizado en la desigualdad de género que las mujeres y jóvenes se enfrentan a lo largo de sus vidas.
Por Martina Yáñez
Actualmente en Chile entre el 1 de enero y el 10 de agosto de 2020 el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género ha registrado 23 femicidios, mientras que la Red Chilena contra la violencia hacia las Mujeres agrega ocho casos más a una lista que pareciera no tener fin. Tal y como se conocen las historias de tragedia en nuestro país y en todo el mundo, también se conocen cada vez más personas que se manifiestan contra estas injusticias, como es el caso de María José Herrera, trabajadora social, representante del equipo de Fundación Honra, organización dedicada a prevenir la violencia durante el pololeo:
“A mi me parece que esto responde a una estructura y un funcionamiento social. A las primeras feministas que escribieron los derechos de la mujer y les cortaron la cabeza, desde ahí parte todo. Las mujeres somos vistas como el otro, el otro sexo de un hombre que para esta sociedad sería la figura fundamental y eso se ve desde una mirada más teológica también, ‘la mujer es la costilla del hombre’.
Según el portal de noticias internacional El País, “la cultura de violación responde a una actitud en que la sociedad va normalizando la violencia sexual, en donde, a través de un complejo sistema de creencias, se permite que los hombres cometan agresiones”.
Un claro referente que responde a esta cultura ocurrió hace unas semanas con el polémico caso de una lámina de un libro escolar de la asignatura de Ciencias naturales de cuarto básico, en donde se indicaba que beber alcohol aumenta los riesgos de ser atacada sexualmente. La lámina, que finalmente fue eliminada por el Ministerio de Educación, es, como explica la Psicóloga feminista Carolina Zabner, un ejemplo muy concreto de mensajes que promueven inequidad y por lo tanto, una cultura de violación:
“En este contexto, el libro da a entender que la agresión es algo inherente a la vida y, por lo tanto, inevitable. El lenguaje construye realidad y eso también a su vez va construyendo nuestras subjetividades en cuanto lo que significa ser mujer, (…) en el fondo el mensaje debiera ser “una persona que esté ebria no necesariamente está dando su consentimiento de manera previa.”
“QUIEN TE QUIERE TE APORREA”
Cuando ocurre un acto de abuso o violencia sexual, muchas veces se disfraza la realidad, lo cual, termina en cúmulo de cosas que estallan en estos actos más visibles de violencia. “Quien te quiere te aporrea’’ son algunos de los mensajes que se han traspasado de generación en generación, desencadenando, finalmente, en una construcción social que permite y tolera actitudes de abuso, haciendo difícil, para muchos, romper con este esquema:
“(…) Claramente hemos escuchado durante mucho tiempo estos mensajes de “ella se lo busco”, “estaba caminando sola muy tarde” o “vestía ropa ajustada”, los cuales, alimentan esta cultura que castiga y condena a las víctimas. La erradicación de la violencia es un trabajo conjunto de todos, de nosotros como seres humanos y de cómo nos organizamos.’’, agrega Carolina Zabner, sumando también que la infancia es una etapa sumamente crítica en este sentido, revelándose ahí los primeros signos de quien pudiese convertirse en un futuro abusador, sosteniendo que:
“Las relaciones de apego que creamos y los mensajes que transmitimos a nuestros hijos son importantes, porque vamos aprendiendo esas conductas y las voy desplegando en mi grupo de pares, en el colegio, en el jardín. Ahí se van poniendo en práctica una serie de acontecimientos que reflejan nuestras primeras experiencias”, expresa …
Por otro lado las nuevas generaciones están cambiando la lógica, de cómo se mantiene, el respeto y el consentimiento con sus pares, ante esto la representante de Fundación Honra, María José Herrera, agrega, “los niños de hoy tienden a ser más críticos y reflexivos. He tenido la oportunidad de hacer charlas a los niños pequeños de segundo básico y tercero básico el discurso de la igualdad les sale hasta por los poros, cosa que en mi época era impensado. Ahora creo nos falta apuntar a las figuras masculinas, a mi parecer ese es el elemento potente de cambio.”
Por otro lado María José Herrera comenta que discrepa con las feministas separatistas, agregando que el enfoque debiera ser en conjunto. “No sacamos nada con transmitir mensajes de empoderamiento a las mujeres si les seguimos permitiendo a los hombres discursos instalados.”
LEGISLAR A FAVOR DE LA VÍCTIMA
La cultura de violación sostiene su principio inicial en un sistema fuertemente patriarcal, cuyos alcances repercuten incluso en el ámbito judicial. Ante esto la Abogada y activista feminista contra la violencia hacia la mujer, María Belén Ferreira, explica que:
“La cultura de la violación tiene que ver con el patriarcado y en como la mujer tiene que responder a las necesidades de los hombres. Esto tiene un transfondo profundo, que se gesta en cómo la sociedad ve a la mujer como un sexo débil, lo que genera una cierta aceptación a que los hombres actúen a raíz de su instinto, en donde tienden a equivocarse, pero se les perdona”.
Muy alto es el sesgo discriminatorio en cuanto al género femenino. Casos como el de Antonia Barra, Gabriela Alcaíno, Nabila Riffo, entre otros, son una muestra de cómo los procesos llevados por el sistema judicial chileno reflejan una desconexión con la perspectiva de género. Al respecto, la abogada manifiesta que actualmente existen falencias en cuanto a las leyes inscritas en nuestro país, agregando que “en Chile hay una ley penal garantista, lo que significa que se beneficia siempre a quien comete el crimen. Acá debería existir algo que se llama justicia restaurativa, la cual busca restaurar a la víctima y a la vez tratar de habilitar a los imputados para que puedan reinsertarse en la sociedad.”
Por otro lado, en todos los procesos judiciales las mujeres víctimas de abusos sexuales son sometidas a cuestionamientos que las hacen revivir los hechos constantemente:
“En el ámbito penal es muy difícil probar una denuncia porque siempre, toda la carga reside en quien denuncia la agresión. Entonces tú como víctima tienes que probar ante los jueces que ocurrió el delito. Por lo demás, si la mujer no presenta un rechazo, no es tomando como una violación, porque no te defendiste, como fue en el caso de La Manada, por ejemplo”, agrega la abogada.
Finalmente la trabajadora social, María José Herrera, agrega que como país tenemos una brecha social, la cual, afecta mucho en lo que el desarrollo de las mujeres respecta, comentando que “trabajé en una casa de acogida para mujeres del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG) por un año, y nunca vi a un hombre que se fuera preso, y estamos hablando de femicidios frustrados”. A sus palabras se suma la abogada experta (apellido), quien aclara que:
“La fiscalía no representa a la víctima, la fiscalía representa al estado. Si no tienes plata para contratar un abogado querellante vas a estar a la deriva de lo que determine la fiscalía. En torno a eso falta crecimiento y desarrollo en el poder judicial, en donde en todo proceso debiese tomarse como base principal que la culpa nunca radica en la víctima, sino en responsabilizar y condenar al victimario”.
Ilustración rescatada por Twitter, realizada por Timo Kuilder 25 de Marzo 2019.