En Chile, hace menos de 80 años, las mujeres no podían votar. Probablemente, la mamá de tu abuela no podía ejercer su derecho a sufragio, las personas del género femenino eran vistas como incapaces de pensar y tener una opinión propia, como pertenencias de sus maridos y, sobre todo, como un ser con menor capacidad intelectual. Luego de una ardua lucha por parte de los movimientos de mujeres se logró el derecho al sufragio femenino en el año 1949.
Podemos definir el sufragismo como un movimiento político, internacional e histórico formado por mujeres mayoritariamente de clase alta y media. Estuvo presente en todas las sociedades industrializadas y sus objetivos eran la obtención de los derechos educacionales y políticos de la mujer, poniendo foco en el sufragio femenino. Este movimiento dejó múltiples legados de gran importancia para nuestra sociedad actual como, por ejemplo, el acceso a la educación para las mujeres. Las sufragistas entendieron que sin ayuda educacional no podrían desarrollarse plenamente en temas de carácter político, por lo que se volvió una de sus banderas de lucha más importante.
Pese a no ser un levantamiento exclusivamente feminista, el movimiento por el sufragio femenino sentó las bases para las próximas olas del feminismo: puso en peligro y rompió con algunos de los roles de género tradicionales que oprimían a la mujer en su día a día. Por ejemplo, la idea de que la política era un tema exclusivo del género masculino, o la concepción de que la mujer debía permanecer siempre relegada en el hogar sin tener la opción de estudiar.
En el periodo del sufragismo se integró la lucha no solo por los derechos civiles de la mujer, relacionados con los hijos, propiedad y el matrimonio, sino que también, por los laborales. Un legado fue la sustitución del concepto de “hombre” por “persona”, para lograr una real inclusión femenina en las distintas declaraciones que los utilicen. También se creó una conciencia en la mujer: la noción de que hay privilegios masculinos.
De esta manera, surge la lucha por obtener los derechos que históricamente se nos han negado. Pero los traspasos más concretos e importantes que nos dejó el sufragismo fueron los derechos políticos de la mujer: poder votar y ser parte de la política, algo que siempre había sido elaborado por y para hombres.
Aún con la obtención de estos derechos políticos podemos cuestionar la manera en que se desarrollan los temas de este carácter hoy en día: las mujeres que quieren ser parte de la política se enfrentan a un camino lleno de obstáculos, como el cuestionamiento a sus conocimientos, machismo, comentarios sexistas y una bajísima representación femenina. Tal es el caso de nuestro congreso, en el cual de un total de 198 diputados y senadores tan solo 45 son mujeres, representando así un 23% del total de parlamentarios pese a ser el 51% de la población total de Chile.
Aún estamos lejos de alcanzar una real igualdad entre géneros en ámbitos civiles, laborales, sociales y políticos. Para lograr cambiar esto debemos ser conscientes de la opresión patriarcal y sistemática que sufren las mujeres, de la invisibilización histórica que han vivido en distintos tópicos. Debemos tratar siempre de ser un agente de cambio para dejar de perpetuar actitudes patriarcales e interviniendo en situaciones donde se vulneran los derechos de las mujeres.
El sufragismo fue un movimiento político que nos llevó a la vida en sociedad como la conocemos actualmente: consiguió el otorgamiento y reconocimiento de distintos derechos para la mujer, rompió los esquemas patriarcales tradicionales, y sentó las bases para las futuras olas feministas. Generó una conciencia real sobre la opresión en que vivimos las mujeres, lo que ha llevado a una lucha que aún está lejos de terminar.