Mujer. Según las definiciones de la Real Academia Española es una “persona del sexo femenino”, “que ha llegado a la pubertad o a la edad adulta”, “casada, con relación al marido”, entre otras. ¿Somos enserio consideradas sólo eso? Palabras tan vacías que incluso siendo una definición, no están definiendo a nadie.
Años atrás (he incluso en la actualidad) la palabra mujer podía cambiar mundos, pero no era para bien. Imagina que eres una mujer feliz y emocionada por la vida, aún contra todas las dificultades y obstáculos, lograste estudiar en un buen colegio y ser la mejor de la clase, ¿el problema? El prejuicio.
Vas a una de tus primeras entrevistas de trabajo, sabes que tienes todo lo necesario para conseguir ese puesto, pero cuando entras y ves la expresión del entrevistador al verte, sabes que algo “anda mal”. Luego de una breve charla te dice “todo es perfecto, pero eres mujer” y, de la nada, la mirada que tenías del mundo cambia.
Ya no sientes como si estuvieras en primera fila, ahora estás detrás de un vidrio, en la última fila viendo cómo las cosas suceden. Quieres hacerlo todo y sabes que puedes, pero “no sabíamos que eras mujer” y “deberías quedarte en tu hogar” son una de las cosas que se interponen en tu camino.
La frase “le cortan sus alas y luego la culpan por no saber cómo volar” de Simone de Beauvoir no puede hacer más sentido. Simplemente tu mundo cambia y no entiendes cómo.
Hoy en día la situación ha cambiado, agradezcamos a la evolución, educación, información y a las heroínas que lo arriesgaron todo para que nosotras lo tengamos, aunque no se puede negar que estos rincones oscuros siguen existiendo.
En la actualidad, la palabra mujer no es sinónimo de un insulto, descalificativo o invalidante, sino que se ocupa como una medalla, un orgullo, una conexión con otras mujeres, que incluso nos ha permitido curar heridas. Y ¿cómo podría no ser tan maravilloso? Si esa misma palabra, que significa un mundo de oportunidades y nuevas vidas, nos ha permitido luchar por el espacio que merecemos en un mundo donde las buenas oportunidades son difíciles de encontrar.
Un gran ejemplo de lo que mencioné anteriormente, es el conocido movimiento “Ni una menos”. Una lucha que intenta visibilizar, pero sobre todo detener los femicidios. Una de sus características es el hecho de que no sólo se quedó en manifestaciones en las calles, sino que sobrepasó todo límite, llegando a las redes sociales y, con esto, cruzando fronteras.
El despertar de las mujeres se hace definitivo, con valentía y fortaleza, y comienza con actos tan simples como es el mirarnos al espejo y saber que somos suficiente y que siempre lo hemos sido. Es comprender que hemos cargado con culpas e impedimentos, desde hace siglos atrás, que no tenían porqué estar en nuestro camino, y liberarnos de ellos.
Aprendamos que nuestro potencial no se define ni ajusta a las percepciones de los demás, que hemos entendido que nunca fuimos nosotras el problema, que hemos despertado y que nuestro poder reluce más que nunca.
Mira hasta dónde hemos llegado, existen mujeres de todos lados, etnias, culturas, edades y creencias que despertaron y están cambiando las reglas del juego. ¿Y tú? ¿Quieres cambiar el mundo?