
Carta alojada en Biobío Chile.
Por Amanda Cuevas Moreno.
Señor director:
La miniserie Adolescencia, hoy número uno en Netflix Chile, ha abierto un debate sobre el uso y abuso de internet de niños, niñas y adolescentes, el impacto de los discursos de odio en nuestra sociedad y la desconexión que muchas veces viven los padres y tutores con el mundo digital. La libertad discursiva, la inmediatez, la hiperconexión y la globalización en muchas ocasiones ha dado paso a la desinformación y, como consecuencia, a la proliferación de discursos violentos, como los movimientos misóginos que en la serie se reflejan (bajo el concepto de “incel”).
Aunque la historia es ficticia, nos hace recordar que lo que ocurre en pantallas no es inofensivo y no es un mundo aparte de nuestras familias, escuelas y comunidades. Muy por el contrario: sus fronteras traspasan lo digital y golpean fuertemente nuestra realidad. A su vez el guion evidencia cómo quienes están a cargo (padres, tutores, docentes, instituciones públicas) muchas veces viven ajenos a las redes sociales, sus conceptos y tendencias, lo que dificulta mucho más prevenir estas problemáticas.
Todo lo anterior demuestra claramente que resulta impostergable que como sociedad, en conjunto, trabajemos por una Educación Sexual Integral, que permita entender las relaciones basadas en el respeto y las igualdad desde la infancia. También nos hace un llamado a no caer en el adultocentrismo, que muchas veces nos lleva a menospreciar todo aquello en lo que están interesados los niños, niñas y adolescentes, como lo son las plataformas digitales o las redes sociales. Son ellos quienes más necesitan herramientas educativas y orientación en su proceso formativo, y quienes están marcando el paso para nuestra sociedad actual y futura.